sábado, 28 de enero de 2012

Qué te está diciendo tu ansiedad



Tu ansiedad, en niveles saludables, te ayudará a moverte por la vida, te ayudará a hacer cambios, a tomar decisiones y a elegir nuevos rumbos. Buenos niveles de ansiedad te ayudan en tu supervivencia.  Sin embargo, cuando tu ansiedad ha crecido en niveles desproporcionados, ella comienza a  alimentarse de ti, te puede  generar muchos inconvenientes en la vida cotidiana y no está colaborando a tu supervivencia. Más bien, te está situando en un estado de emergencia eterno que te hace sentir a la deriva y sin contención posible. Como este sentimiento de emergencia tan elevado no es natural, sin lugar a dudas, estás recreando lo que aprendiste en algún momento de tu vida, en tu infancia o alguna experiencia de vidas pasadas.

En la infancia nuestros padres nos marcan las pautas de comportamiento de acuerdo a las respuestas que ellos mismos tenían a sus propias circunstancias y nosotros las absorbimos como aprendizajes sin poder cuestionarlas como validas o  favorables.  Hay tantas y tan variadas experiencias que pudimos absorber y dejar como marco de referencia emocional, que a veces se hace muy complicado llegar a descubrir con detalle como aprendimos la reacción cargada de ansiedad. Pero, aun sin saber exactamente quién nos enseñó el modelo, a quién estamos imitando, cuáles fueron las situaciones o las experiencias que vivimos con ansiedad, cuáles fueron las palabras que escuchamos o qué fue lo que sucedió,  tenemos en nuestras manos la posibilidad de superarla.

Para cualquier persona que está tratando de hacer un cambio interior, queriendo liberar alguna emoción repetitiva que le inquieta o hace sufrir,  se le hace muy complicado dejar de recrearla porque es lo único que conoce desde hace mucho tiempo. Ya no recuerda como es vivir sin esa sensación y cuando se predispone a soltarla sigue mirando todo el terreno con los mismos ojos. A veces puede lograr conseguir dejarla ir por algunos segundos, pero al volver a su realidad cotidiana todo vuelve al estado que prevalece en su interior. Esta es la principal causa de que la persona sienta que no es capaz de hacer un cambio para su bien, se siente vulnerable, se siente sobrepasada y generalmente se siente culpable de no poder lograrlo pese a todos los esfuerzos realizados. En realidad, no es que  la persona no tenga la capacidad, es que su mundo está pintado del color que desea detectar estando dentro de ese color. O sea, trata de salir de la ansiedad con ansiedad. La única manera de salir de ese color, es mirando desde afuera, o sea, mirarse desde un plano superior. Si te sientas cómodamente, cierras los ojos y te observas, podrás verte sumergido en tu ansiedad con tanta claridad, que hasta podrías pedirle que se retire de tu presencia de inmediato.

Para soltar la ansiedad es importante darse cuenta y sentir que la emergencia que se está enfrentado no existe. Intelectualmente podemos darnos cuenta de que estamos sobre reaccionando a alguna situación, también sobran las personas que están a nuestro lado y que nos están recordando lo mismo, que estamos exagerando. Por lo tanto, queda en evidencia que el solo uso del intelecto no es suficiente para sobreponerse, porque el problema se encuentra sostenido en un plano superior, en el plano de las energías, en el plano de los sentimientos y las emociones que han quedado atascadas en el subconsciente sin que las podamos comprender ni seleccionar.

Tenemos la facultad de dar luz a esas emociones que están sobrepasándonos, nadie está impedido de llegar a esos terrenos que parecen moverse sin nuestro consentimiento. Si nos elevamos a esos planos podemos lograr sentir esas emociones conscientemente, podemos conversar con ellas, podemos escucharlas y podemos llegar a dialogar y alcanzar un consenso con ellas.

Si miramos desde un punto de vista más elevado, veremos que nunca estamos en riesgo. Pase lo que pase, solo se trata de una experiencia que hemos cargado de angustia y miedo, debido a los aprendizajes que tenemos incorporados en nuestro subconsciente. Si reposas tu mente y miras con más atención verás que la perdida de la paz interior solo corresponde a una mirada desde el punto de vista terrenal, una mirada contagiada del miedo social, comercial, económico, religioso, político y cualquier otro que se encuentre vigente en la actualidad.

Si mides tu existencia de acuerdo a los parámetros terrenales, tus miedos y ansiedades son absolutamente verdaderos y ninguna terapia o terapeuta podrá quitarte ese dolor. Cualquiera que no se dé cuenta de que su existencia pertenece a otra dimensión, se sentirá en medio de un potencial desastre y al borde de la muerte. Nuestro ser físico siempre se encuentra en medio del peligro, cualquier cosa puede suceder en cualquier momento y en cualquier lugar.  Solo cuando comprendes que tu ser es mucho más que tu cuerpo físico descansarás y aun que te parezca que la emergencia está relacionada con tu sobrevivencia, podrás recordar que nunca estas en riesgo vital porque eres un ser inmortal. 

Si te sientes invadido(a) por la ansiedad, deja que ella llegue a ti en paz. Ella te trae un mensaje muy importante, escucha lo que tiene que decir, deja de temerle, deja que te hable de una vez. Si escuchas con atención, valentía y paciencia, podrás escuchar la voz del niño(a) interior que te dice lo que aprendió en su infancia. Ella te va a decir que estas en riesgo, que si no te apuras la vida se te complicará, que si no haces algo todo fracasará, que si no te mueves todo te aplastará, que si no comes no podrás encontrar alivio, que si no te angustias no podrás actuar, que si no te preocupas eres un(a) irresponsable,  que si no huyes morirás. Escucha el mensaje y recuerda que todo eso no es verdad. Quizás puedas escuchar la referencia de quien aprendiste eso.

Si nos ponemos en el caso de la muerte, piensa: ¿Por qué puedes temer a morir? Solo podemos temer a la muerte cuando nos olvidamos que no somos solo un cuerpo físico y que somos espíritu encarnado que  anda experimentando vivencias. No es fácil soltar el miedo a la muerte, pero al menos podemos tener presente que aunque enfermes y te digan que te quedan horas de vida no existe ninguna emergencia. Todos vamos a dejar nuestro cuerpo físico en algún momento y puede ser por medio de una enfermedad, un accidente o por cualquier otra razón y no es posible evitarlo jamás. ¿Qué caso tiene volverse loco con eso?

Patricia González
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domingo, 15 de enero de 2012

Cuando enfermas con los años



Cuando enfermas, algo está sucediendo contigo, no te confundas, nada de esto ha sucedido como castigo divino, ni como resultado de algún ataque externo, simplemente algo pasa contigo.

Tu cuerpo está bajo tu dominio, mientras estés aquí, él será tu móvil, pero él por si mismo  es nada.  Tanto así, que cuando tu lo dejas, él se marchita hasta convertirse en polvo.

Tu cuerpo está reflejando lo que llevas por dentro. Si en tu mente albergas ideas del cansancio de la vida que llevas, tu cuerpo lo manifestará como un cansancio  generalizado.  ¿Te ha sucedido que después de un agotador día de trabajo te encuentras con amigos entrañables, comparten una comida entretenida o cualquier otra actividad que te resulta muy agradable y se te olvida el cansancio?, ¿Dónde se fue? ¿Se fue de tu mente? Claro que si.

El cuerpo físico se está regenerando constantemente. Se ha estudiado científicamente que cada cierto periodo de tiempo todas las células del cuerpo son renovadas en su totalidad. Por eso es que las enfermedades son posibles de sanar cuando nuestra mente cambia los patrones que crean la enfermedad, ya que las nuevas células volverán a ser normales. Cada enfermedad obedece a pensamientos y emociones negativas que nos estamos repitiendo frecuentemente o que están habitando constantemente en nosotros. Si las abandonamos, dejamos que el cuerpo funcione naturalmente.

En forma natural, sin que nosotros lo impidamos, nuestro cuerpo puede regenerarse frecuentemente de tal manera que podría lucir en perfecta salud, vitalidad y belleza por muchos años, muy superiores a la actual esperanza de vida promedio de 80 los años. Envejecer no significa enfermar, tal como la mayoría de las personas lo acepta. La vejes natural puede extenderse a muchos años más de lo que ahora imaginamos si nos sentimos fantásticos por dentro, si nos alineamos a las verdades espirituales, si aceptamos que somos amados y cuidados por el universo.

Las arrugas, la flacidez, el cansancio, la ciada del cabello, la debilidad de los huesos, las varices y otros signos, no son naturales de la vejes. Estos se producen por razones de lo que hemos almacenado en la mente y que guarda relación con la gran cantidad de pensamientos y sentimientos negativos acumulados por los años y no por la acumulación de los años que hemos vivido.

Cuando vemos los cuerpos de los ancianos que no han vivido su vida con sabiduría, encontramos los vestigios del sufrimiento en su rostro caído, de las penas en las arrugas de la cara, de las preocupaciones en las tensiones de su rostro, del peso de la vida en la curvatura de su espalda, de sus huesos débiles por la falta de confianza en la vida, de la diabetes debido a las tristezas acumuladas, de la caída del cabello por el nerviosismo y más. Envejecer no es sinónimo de enfermedad, pero lo tenemos tan asociado a eso, que esperamos sufrirlas casi sin dudarlo.
 
Si avanzamos por la vida dispuestos a aumentar nuestra sabiduría,  viviremos muchos años, llenos de entusiasmo, dicha y vitalidad. Aumentar nuestra sabiduría significa, dejar de sufrir, dejar de guardar rencores, comprender que andamos de paso y que nada ni nadie nunca nos ha hecho daño, que nunca hemos sido malos y que nadie tiene derecho a sentir culpa. Se trata de comprender que estamos en una aventura muy corta y que el amor es lo único que existe. Se trata de recuperar la memoria de que estamos aquí por libre albedrio, dispuestos a experimentar un sueño, soñar que estamos separados los unos de los otros. Es toda una aventura que tiene su fin, para luego volver a casa con la experiencia en el alma, sanos y salvos.

Patricia González
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