miércoles, 29 de febrero de 2012

Recuperando la salud


Por lo general, cuando enfermamos sentimos que la vida nos envuelve en una circunstancia que no teníamos contemplada. Casi siempre se trata de una sorpresa. Esta circunstancia nos obliga a hacer una pausa, a veces es muy sutil y otras veces es muy brusca, dependiendo de la enfermedad que estemos manifestando.

Sabemos que nadie quiere enfermar voluntariamente y por lo tanto la mayoría de las enfermedades son causadas por desequilibrios de los que no estamos siendo conscientes. Cuando tenemos conciencia de lo que nos está sucediendo, la enfermedad no se manifiesta físicamente, se queda en los planos energéticos donde podemos sentir el aviso emocional, mental y/o espiritual que podemos atender antes de que sea traspasado al cuerpo físico. La enfermedad solo se manifiesta en el cuerpo físico cuando no hemos tenido el suficiente nivel de conciencia para darnos cuenta de lo que nos está debilitando por dentro. Por eso la recibimos como una sorpresa.

Cuando enfermamos, tenemos la posibilidad de detenernos, descansar y mirar hacia el interior en busca de una verdad que hemos dejado de considerar y que hemos sustitutivo por una verdad personal que es falsa para el universo. Estas falsas verdades generalmente las hemos heredado de nuestra familia y del entorno social. Son tan comunes, que nunca antes habíamos imaginado pensar que pudieran ser falsas o erróneas, solo nuestra enfermedad puede atestiguar su falsedad.

Para que una idea errónea sea capaz de romper la estabilidad del perfecto funcionamiento del sistema biológico, debe haber sido mantenida por un tiempo suficiente para crear ese desequilibrio, el que puede variar de días a años según la enfermedad. El contagio de un resfrío se puede generar en un día, justo aquel día en que bajamos nuestras defensas, otras enfermedades  como el cáncer necesitará al menos un par de años de incubación de ideas para manifestarse.

Sea cual sea nuestra enfermedad, siempre tenemos la posibilidad de alinearnos con nuestra salud. Si fuéramos capaces de hacerlo rápidamente, podríamos ser participes de un milagro, como llamamos a aquellas sanaciones producidas en muy corto tiempo. Comúnmente necesitamos un tiempo adecuado a cada persona para hacer esta alineación y para corregir los patrones que han creado esa enfermedad. Ya sabemos que nos podemos ayudar de muchas maneras, con algunos medicamentos, con una cirugía, con algunas terapias,  con tratamiento naturales de frutas, plantas medicinales, flores y tantos otros, pero todos ellos solo aportaran la matriz del recuerdo de la perfecta salud que en definitiva tendremos que adoptar. Tenemos muchas herramientas a la mano, cada una de ellas nos aportará su valor y el marco para encausar las energías nuevamente.

Pero quizás lo más importante se encuentre en la calidad del amor a sí mismos. Cada enfermedad puede tener variados orígenes en el detalle, pero en su profundidad siempre estará dependiendo del grado de amor que seamos capaces de alcanzar y expresar dentro de nosotros. Para la fuerza del amor no existe enfermedad rebelde o incurable, solo puede existir nuestra falta de alineación con ese amor.

La gran mayoría de las enfermedades son producidas por ese juego que hacemos  cuando inclinamos la balanza más al miedo que al amor. Mientas más miedo sintamos, más posibilidades de enfermar.

En el libro de Louise Hay se adjudica a la “falta de amor a sí mismo” como a la “falta de amor a los demás”, aproximadamente la cuarta parte de las enfermedades allí descritas. Luego la siguen de muy cerca la “falta de confianza en la vida” y el “no sentirse a salvo en la vida”. Podemos concluir que la sorpresa de la enfermar la explica una tendencia a la falta de amor y una práctica del miedo, que bien vale la pena considerar.

Tapar nuestro corazón con una coraza para impedir que emane el amor que somos, nos hace mal. También nos hace mal olvidar nuestro origen, dejar escondido dentro de nosotros todo el poder y toda la perfección  que se nos ha otorgado y temblar de miedo sin recordar quién es nuestro Padre.

El miedo solo puede ser desplazado por el amor y esta tarea es maravillosa y fascinante. Cada enfermedad nos viene a dar una nueva oportunidad de alinearnos a lo que realmente somos, para que todos en conjunto lleguemos a ese nivel donde el miedo quede totalmente desplazado dando lugar a esa luz que nos hará brillar en todo nuestro esplendor.

Es verdad que necesitamos un espacio para meditar porque el miedo ha estado con nosotros por mucho tiempo, pero la vida no presiona, solo te invita a que lo intentes. Tarde o temprano lo lograrás. Somos tan amados que no importando saber exactamente lo que nos sucede, podemos declarar simplemente que estamos dispuestos a dejar ir el patrón que crea nuestra enfermedad, para comenzar nuestra recuperación.

La recuperación será más rápida y efectiva si te enfocas en encontrar alivio en tus pensamientos y sentimientos. Todo lo que te brinde alegría y entusiasmo te puede ayudar. Toda declaración que te recuerde que la salud es natural y un derecho divino, te ayudará. Sentir ansiedad y querer apresurar tu recuperación no es recomendable porque estarás enfocando tu sanación desde el miedo. Tu mayor fortaleza puede estar centrada en agradecer todo lo que eres, todo que tienes y todo lo que haces. Agradecer nos conecta directamente con la paz interior, con el bienestar, con la satisfacción y con la alegría. Si te enfocas en lo que te falta seguirás mirando tu sanación desde el miedo. Prueba unos solo segundos lo que se siente al agradecer. Esta sensación es tan poderosa que el solo hecho de practicarla puede curarte de inmediato.

 Patricia González
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