Si bien las creencias limitantes son
motivo de enfermedad, las emociones pueden tener un mayor y fuerte efecto sobre
nuestra salud. Si estamos sintiendo emociones benéficas en forma mayoritaria,
presentamos una gran resistencia a las enfermedades. Si estamos sintiendo altos
grados de emociones negativas, la salud se ve desestabilizada.
Las emociones, positivas y negativas,
son disparadores de muchas sustancias químicas al interior del cuerpo. Las
emociones negativas, al ser repetitivas en el tiempo, producirán trastornos en
el funcionamiento natural de los órganos relacionados a estas emociones.
Dependiendo si se trate de miedo, tristeza o rabia que sentimos gatillada por
una supuesta causa externa, se afectarán distintas partes del cuerpo.
Estos trastornos pueden generar
enfermedad por tensión, por deficiente funcionamiento del órgano afectado o por
una baja del sistema inmunológico que no será capaz de defenderse de los virus
y bacterias que se encuentran permanentemente presentes en el medio ambiente.
Las emociones son una guía
maravillosa que se nos ha regalado para saber orientarnos en cuanto a las ideas
que albergamos en nuestra mente y en cuanto a las acciones que podemos realizar
para favorecer nuestro equilibrio perfecto. Sin embargo, no nos encontramos
masivamente informados sobre como manejarlas, utilizarlas y corregirlas cuando
sentimos que ellas están afectando la calidad de nuestra vida. Además son “pegajosas”
y presentan cierta dificultad para ser detectadas, removidas o transmutadas.
Nuestra primera tarea será aprender a
reconectarnos con las emociones que estamos experimentado, de tal manera de
saber que las estamos sintiendo en forma consciente. Muchas veces ni siquiera advertimos
que nos estamos sintiendo enojados o tristes. Otras muchas veces, tratamos de
acallarlas porque pensamos que no es prudente expresarlas debido a que son
desagradables y podemos ser cuestionados, juzgados y condenados por tener el
atrevimiento de manifestarlas.
Socialmente, consideramos que es más
saludable atragantarse con alguna emoción negativa, antes de expresarla. Pero
la naturaleza dice una cosa diferente.
Cuando guardamos o reprimimos emociones
negativas, el cuerpo físico se encarga de mostrarlo de alguna manera. Lo ideal
es que no las sintamos, pero si están presentes, es más saludable dejar que se
expresen para aliviar la presión que puede generar su presencia y luego
dedicarse a su transmutación. Este “vaciar” puede realizarse a solas, ya que se
trata de un reconectar con lo interno de cada uno. No es necesario, aunque
algunas veces puede resultar terapéutico, tirar nuestros sentimientos a otra
persona.
Cuando enfermamos, es ideal apoyarnos
con algunas terapias para colaborar al equilibrio de las emociones que pueden
estar generando esa enfermedad. Durante la enfermedad, es muy común que solo se
atienda al cuerpo físico y se deje de considerar esta gran herramienta que
acelera el proceso de sanación.
Los hospitales están diseñados para atender
solo el cuerpo físico y podrían presentar una gran disminución en el tiempo de
recuperación de los pacientes si estuvieran considerados estos aspectos del
Ser. Si la enfermedad es creada a partir de estos aspectos, lo mas lógico es
que sean considerados al momento de esperar una sanación.
Para prevenir las enfermedades es
necesario tener en consideración el equilibrio de nuestras emociones y ¿Cómo
podemos hacer esto?.
Podemos atender nuestras emociones al
menos de dos maneras. Una es, detectarlas y dedicarnos conscientemente a
trabajar con ellas para comprenderlas, atender el mensaje que nos están entregando
y hacer los cambios para templarlas y conseguir su transformación.
Otro modo para operar con nuestras emociones
negativas consiste en la dedicación a recopilar y nutrirse de aquellas
emociones positivas que son contrarías a las negativas que se están sintiendo
en ese momento, de tal manera de generar nuevas rutas neuronales para comenzar
a utilizarlas de forma repetitiva e ir dejando de utilizar las que ya no
sirven.
Ambos procedimientos tienen su lado favorable
y desfavorable para una situación o momento en particular. Lo ideal es hacer
una mezcla de ambas técnicas para conseguir los mejores y más rápidos
resultados.
Es deseable reconocer que toda
emoción negativa es producto de un mal entendido. Si estuviéramos situados en niveles de alta
vibración, veríamos que estas emociones son casi inexistentes. Estando en esta
realidad, es muy común que se encuentren presentes siempre, pero es importante
no quedarse sumergidos en ellas más de lo necesario.
Las emociones negativas existen, son
naturales en esta dimensión. Seguramente que son muy necesarias, por eso
existen. No obstante, quedarse detenidos, sufriendo con ellas, crea
enfermedades.
La naturaleza, tan sabia, nos permite
la presencia de emociones negativas, pero al mismo tiempo nos señala que al
albergarlas dentro, nos enferman. Parece una contradicción, pero por cierto,
que no lo es.
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