Como creamos nuestra
enfermedad
Ya sabemos que toda enfermedad es
creada por una reacción no apropiada o no alineada con la verdad de lo que
somos. Cuando sentimos alguno de nuestros miedos más comunes, como el temor a
la crítica, al fracaso, a la soledad, al rechazo y tantos otros, enfrentamos
nuestras circunstancias de una manera no recursiva, o sea, queriendo evitar la
consecuencia que estamos previendo tener. Al reaccionar desde esta perspectiva
de temor, existen muchas posibilidades de que creemos enfermedad.
La enfermedad es el resultado de una
resolución interna que utilizamos para enfrentar aquellas situaciones que no
nos resultan agradables o que resultan riesgosas para nuestra seguridad y que
no sabemos afrontar de una manera más inteligente
o más sabia.
Para nadie es desconocido que cuando
reaccionamos desde el miedo, lo haremos desde una perspectiva que no podrá
generar resultados benéficos. El miedo existe para ayudarnos a ser precavidos,
pero no tendría que generar el efecto contrario y perjudicarnos. Cuando nos
está desfavoreciendo, es porque su nivel se encuentra en una cota mas elevada de
lo que es necesario.
Cuando una persona se maneja confiada
y optimista, con un importante grado de serenidad y seguridad, su vida se
desenvuelve mas fluidamente, tiene mejor humor y presenta bajas probabilidades
de enfermar. No sucede lo mismo cuando una persona se siente insegura,
angustiada, intranquila, molesta, ansiosa, desesperada y preocupada, donde
aumentan las probabilidades de enfermar.
Cuando la enfermedad se manifiesta en
el cuerpo físico, podríamos decir que la persona es menos consciente de lo alejada
que está de la verdad, en cuanto a lo que está pensando, sintiendo y creyendo
respecto de si mismo, de los demás y de la vida. Entonces decimos que ha creado
su enfermedad de manera inconsciente.
El libro “Un curso de Milagros” dice
que toda enfermedad tiene un propósito y que mientras no descubramos ese propósito,
no podremos sanar. Este propósito se relaciona con nuestros miedos, con lo que
tememos, con lo que nos asusta, con lo que no podemos resolver o comprender
aun. Toda enfermedad es una estrategia que utilizamos para salvaguardarnos y
sentirnos mas seguros respecto a ese temor en particular.
Pero el libro aun dice mas, expresa
que toda enfermedad es un mecanismo de defensa de algo que no puede dañarnos y
que la estrategia que elegimos utilizar parece inconsciente solo por la rapidez
en que decidimos emplearla.
Tengo un ejemplo para graficar estas
palabras. Hace unos días atendí a un joven que había presentado algunas
molestias en su corazón. Sus padres muy preocupados, corrieron a la verlo a la
clínica donde se había internado para hacerse los chequeos de rutina. Los
médicos le detectaron algunas alteraciones, pero al no tener un carácter grave,
fue dado de alta al día siguiente.
El joven me dijo que se había sentido
muy bien atendido, que había visto la preocupación de sus padres y había
sentido el cariño que nunca le habían demostrado antes. Al pasar los días, todo
volvió a la normalidad y sus padres volvieron a comportarse como de costumbre
con él. En una sesión posterior me comentó que no se sentía amado por ellos y
que solo al estar gravemente enfermo podría recuperar la atención que merecía
tener.
Seguramente el joven es amado por sus
padres, pero él no lo sentía así. Al darse cuenta de que estaba prefiriendo
estar enfermo para obtener ese cariño, prefirió hacerse responsable de su
propio aprecio personal, el que posteriormente seria reflejado por sus padres
hacia él.
Tal como en el ejemplo, de esta
manera vamos creando nuestras descompensaciones físicas, que de tanto
repetirlas se constituyen en una enfermedad. Para que se manifieste alguna
anomalía en el cuerpo físico, se requiere sostener los pensamientos y emociones
por un tiempo prologando, suficiente como generar el desequilibrio.
El origen de cada enfermedad es
distinto para cada persona, pero siempre se trata de alguna salida que
encontramos a las situaciones que no podemos resolver de otra manera y que consideramos
un peligro o una amenaza.
El libro “Un curso de Milagros” dice
además:
“¿Quién sino tú decide que existe una amenaza, que es necesario
escapar y elige una serie de defensas para contrarrestar la amenaza que ha juzgado
real? Todo esto no puede hacerse de manera inconsciente. Mas, una vez que lo
has hecho, tu plan requiere que te olvides de que fuiste tú quien lo hizo, de
manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención; un acontecimiento que
no guarda relación alguna con tu estado mental; un desenlace que produce un
efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo has causado.”
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Patricia González.
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