jueves, 24 de octubre de 2013

Como creamos nuestra enfermedad

Como creamos nuestra enfermedad

Ya sabemos que toda enfermedad es creada por una reacción no apropiada o no alineada con la verdad de lo que somos. Cuando sentimos alguno de nuestros miedos más comunes, como el temor a la crítica, al fracaso, a la soledad, al rechazo y tantos otros, enfrentamos nuestras circunstancias de una manera no recursiva, o sea, queriendo evitar la consecuencia que estamos previendo tener. Al reaccionar desde esta perspectiva de temor, existen muchas posibilidades de que creemos enfermedad.




La enfermedad es el resultado de una resolución interna que utilizamos para enfrentar aquellas situaciones que no nos resultan agradables o que resultan riesgosas para nuestra seguridad y que no sabemos afrontar  de una manera más inteligente o más sabia.

Para nadie es desconocido que cuando reaccionamos desde el miedo, lo haremos desde una perspectiva que no podrá generar resultados benéficos. El miedo existe para ayudarnos a ser precavidos, pero no tendría que generar el efecto contrario y perjudicarnos. Cuando nos está desfavoreciendo, es porque su nivel se encuentra en una cota mas elevada de lo que es necesario.

Cuando una persona se maneja confiada y optimista, con un importante grado de serenidad y seguridad, su vida se desenvuelve mas fluidamente, tiene mejor humor y presenta bajas probabilidades de enfermar. No sucede lo mismo cuando una persona se siente insegura, angustiada, intranquila, molesta, ansiosa, desesperada y preocupada, donde aumentan las probabilidades de enfermar.

Cuando la enfermedad se manifiesta en el cuerpo físico, podríamos decir que la persona es menos consciente de lo alejada que está de la verdad, en cuanto a lo que está pensando, sintiendo y creyendo respecto de si mismo, de los demás y de la vida. Entonces decimos que ha creado su enfermedad de manera inconsciente.

El libro “Un curso de Milagros” dice que toda enfermedad tiene un propósito y que mientras no descubramos ese propósito, no podremos sanar. Este propósito se relaciona con nuestros miedos, con lo que tememos, con lo que nos asusta, con lo que no podemos resolver o comprender aun. Toda enfermedad es una estrategia que utilizamos para salvaguardarnos y sentirnos mas seguros respecto a ese temor en particular.

Pero el libro aun dice mas, expresa que toda enfermedad es un mecanismo de defensa de algo que no puede dañarnos y que la estrategia que elegimos utilizar parece inconsciente solo por la rapidez en que decidimos emplearla.

Tengo un ejemplo para graficar estas palabras. Hace unos días atendí a un joven que había presentado algunas molestias en su corazón. Sus padres muy preocupados, corrieron a la verlo a la clínica donde se había internado para hacerse los chequeos de rutina. Los médicos le detectaron algunas alteraciones, pero al no tener un carácter grave, fue dado de alta al día siguiente.

El joven me dijo que se había sentido muy bien atendido, que había visto la preocupación de sus padres y había sentido el cariño que nunca le habían demostrado antes. Al pasar los días, todo volvió a la normalidad y sus padres volvieron a comportarse como de costumbre con él. En una sesión posterior me comentó que no se sentía amado por ellos y que solo al estar gravemente enfermo podría recuperar la atención que merecía tener.

Seguramente el joven es amado por sus padres, pero él no lo sentía así. Al darse cuenta de que estaba prefiriendo estar enfermo para obtener ese cariño, prefirió hacerse responsable de su propio aprecio personal, el que posteriormente seria reflejado por sus padres hacia él.

Tal como en el ejemplo, de esta manera vamos creando nuestras descompensaciones físicas, que de tanto repetirlas se constituyen en una enfermedad. Para que se manifieste alguna anomalía en el cuerpo físico, se requiere sostener los pensamientos y emociones por un tiempo prologando, suficiente como generar el desequilibrio.

El origen de cada enfermedad es distinto para cada persona, pero siempre se trata de alguna salida que encontramos a las situaciones que no podemos resolver de otra manera y que consideramos un peligro o una amenaza.

El libro “Un curso de Milagros” dice además:

“¿Quién sino tú decide que existe una amenaza, que es necesario escapar y elige una serie de defensas para contrarrestar la ame­naza que ha juzgado real? Todo esto no puede hacerse de manera inconsciente. Mas, una vez que lo has hecho, tu plan requiere que te olvides de que fuiste tú quien lo hizo, de manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención; un acontecimiento que no guarda relación alguna con tu estado mental; un desenlace que produce un efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo has causado.”

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Patricia González.

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